sábado, 28 de julio de 2007

Poe sueña.


La imagen es muy deprimente, nuestro admirado Edgar yace sin sentido por un coma etílico.
Sobre un camastro y envuelto en su propio vómito y sucias sábanas, un pie sobre el suelo, la otra pierna sobre la cama y dos botellas vacías que han rodado por las pringosas losas, conforman la penosa escena. Al igual que en sus obras la realidad golpea al pensamiento; hasta el gran pero primaveral Leibniz habría perdido la sonrisa. Pero en la lúgubre estancia algo, imperceptible hasta para las más prodigiosas mentes, sucedía, Poe soñaba.
Él cuan Rey Midas conversaba y bebía con Sileno, e intentaba que éste se emborrachara lo suficiente como para que le contara alguno de sus secretos, pero Sileno era duro de batir y se mantenía sobrio a pesar de que ya llevaban bebiendo varios días.
Él en cambio ya estaba muy borracho y al borde de caer dormido, pero con los ojos entornados y brillantes por el vino consumido, ya con media lengua consiguió preguntar:
- Oye Sileno... por qué no me cuentas algo... a cambio de esta gran fiesta que doy... en tu honor.
- Ah! Generoso Edgar a cambio de este buen vino, no tengo más remedio que satisfacer tu deseo ¿ Sabes que un día llegarás a convertir en oro todo lo que toques?- Poe hizo un gesto con la mano expresando su incredulidad - aún no he acabado querido Edgar, también he de decirte: (Leyenda del Sileno)
"Que una vida vivida en el desconocimiento de los propios males es la menos penosa.
Es imposible para los hombres que les suceda la mejor de las cosas, ni que puedan compartir la naturaleza de lo que es mejor.
Por eso es mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto —la primera cosa que pueden conseguir los hombres— es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda".
Bah! Gran Sileno, te burlas de mi- respondió Poe entre risas- Lo del oro, no me lo he creído y lo segundo ya lo sabía.
¡Brindemos! por... -volviendo a llenar las dos copas, Poe dudó un instante- ...por la muerte en este caso.

Cuasifocles.

viernes, 27 de julio de 2007

Lo dijo el hombre de la foto.


Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (...) Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cual pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos.

miércoles, 25 de julio de 2007

Un poeta en las lentejas.


¿Habrá gente escribiendo versos?
¿Poetas?
Melancólicas plumas que suponen mundos verdaderos.
Trazos elípticos que barnizan el dolor para que no se estropee.
¿Y el amor? ya es pa cagarse, el amor ! ja! Endorfinicos lamentos de palomo.
Héroes atildados de esfínteres dilatados por la gloria, que exime de la molesta almorrana.

(...a los que escriben versos sonándose los mocos)

Cuasífocles.

martes, 24 de julio de 2007

El ingeniero alcohólico.


Aquí estoy, borracho, con la vista fija en una copa de coñac barato; no sé ni en donde me encuentro, ni donde está mi coche, sólo sé que me encuentro muy mal. Me duele el hígado, o por lo menos el sitio donde está la brillante y rojiza víscera. Me gusta pensar en esos detalles, en la carne... tengo ganas de vomitar, lo hago hacia un lado, sin moverme del taburete y manchando al que está a mi lado; me siento zarandeado todo da vueltas y oigo voces y gritos, siento frío, Estoy en medio de la calle tirado en el suelo y mojado, llueve aunque no demasiado, el agua me agrada en estos momentos, la siento sobre la cara, todo me da igual; sonrío o eso creo. Me incorporo y consigo ponerme de rodillas, me quedo mirando mi corbata, que estupidez...me pongo a llorar, lloro desconsoladamente, de rodillas en medio de una calle adoquinada y mojada, mis lágrimas se mezclan con la lluvia y el sabor a bilis, me dejo caer sobre el suelo, derrotado.

Cuasifocles.

sábado, 21 de julio de 2007

El Ababs o lo que nos envuelve.




La miseria, el dolor y de quienes lo provocan.
Necedad, necios; egos perdidos dentro de si mismos e ignorantes del absurdo.
Poderosos dementes, cráneos de boj con cerebros granates. Puños de acero ahora y de mármol tallado más tarde, en los cuales se posan escrutantes pájaros, símbolos de la inocencia inconsciente del que no mira donde pisa, e inevitable del que aún es demasiado joven.

Cuasifocles.