viernes, 28 de diciembre de 2007

Cosas de la muerte.


La reina de los finales, la dueña de la vida, la más temida, la más deseada, la que siempre llega a su hora, la más utilizada por los lavadores de cerebros, por los amasadores de dinero, por los ansiosos de poder, por los fotógrafos de guerra, por el clero como no, quizá la empresa que mejor la rentabiliza. Pero la muerte no tiene ética ni moral ni es justa, sólo actúa, llega y se va, - ¿o tal vez sólo llega? - quien sabe...mejor dicho, nadie lo sabe. Bueno, están los iluminados, locarias, y demás fauna psicopléjica, que se creen en posesión de tamaño conocimiento.
Cuando la vieja Átropos actúa, sus huesudos dedos se cierran y la pesada tijera de filo implacable, corta sin dudar donde le señala su temible hermana. Nada que temer.
La vida si que es temible, maldito instinto de supervivencia, maldita lucidez, malditos cromosomas, bueno ya puestos, maldito carbono.
Creo que tanta miseria y tanto vino de cartón me están trastornando.

Cuasifocles.