viernes, 3 de agosto de 2007

El dolor no tiene escusa. ( I )


Los que padecemos de dolor crónico, con el tiempo nos damos cuenta, de que molestamos a los demás. Nuestro rictus, el espesor mental que producen los sedantes, el cansancio que produce el intentar disimularlo, la afilada visión de la realidad que proporciona. Poco a poco y por generosidad, nos vamos quitando de en medio y refugiándonos en un mundo aparte, acompañado por nadie y un largo informe del neurólogo, el notario del dolor, el que certifica en cifras, que es real lo que te atormenta.
He intentado explicarlo pero sin éxito, no sé hacerlo. El dolor paralelo le llamo; es el que se suma al físico, es el que produce la impotencia, la duda, el sinsentido, el absurdo Camusiano... y por último, la contemplación del suicidio como posible analgésico. Y que además debido a mi pragmatismo me plantea no pocas dudas, lo más claro que tengo es que me llevo a un hijoputa conmigo, no me voy a tirar a la vía del tren yo solo. No recuerdo quien dijo lo de que "un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo" tenía bastante razón; un hombre sin esperanza es un tipo peligroso y si tiene algo de seso mucho más. La elección del hijoputa es complicada, primero tiene que ser factible el asunto y dentro de este apartado está el presupuesto, tiene que ser barato; ya que a mi no me da crédito ningún banco y no puedo pedir un préstamo; y la No-Contributiva (312€ al mes) no da para mucho . Así que habrá que tirar de ingenio. Lo principal es que disfrutes y libres a tu mundo cercano del cabronazo, de que sea "el" y no "ella" es puramente anecdótico y poner la arroba es poco estético. Pero bueno lo primero es decidir si suicidarse o no, lo demás son puras elucubraciones de mente en estado de auto embriaguez.
Si o no, cara o cruz, blanco o negro, vacío o lleno....no existe el famoso y cómodo término medio de Aristóteles, creo recordar. A los que no podemos disfrutar del equilibrio, sólo nos queda la espera y eso creedme es un castigo con muy mala hostia, sobre todo si eres propenso a ponerte nervioso y normalmente acabas hablando con un psiquiatra, que está peor que tú, y que acaba por descentrarte aún más si cabe. Yo estoy estudiando todo el abanico de posibilidades. Pero lo más triste es que he acabado como tantos en este confesionario electrónico que son los blogs. Desde luego los que manejan los hilos de todo esto son listos de cojones. Me quito el sombrero, si señor. Ahora, menudo trueno tienen que llevar en la cabeza. ¿De qué hablaran?

1 comentario:

belledejour dijo...

No solo espero que no te quites de mi camino, sino que espero que me dejes entrar en ese rincón en el que te refugies de los demás.